Mi carta abierta



Y el caso es que es triste, pero a mis 29 años estoy alucinada.

Estoy alucinada de vivir en una época en la que la mentira, la falta de compromiso, el juego y la superficialidad son el no va más de las relaciones. Y digo relaciones en general. Todas. Pero siendo realistas, en las que más duele es en las que más amas. 

Quizá yo soy muy exigente o demasiado vulnerable... o quizá no. Porque me resisto a creer que esto es todo lo que hay, me resisto a creer que hoy las relaciones se viven en pantalla plana, que es más divertido ser infiel usando apps que amar a la persona que tienes en frente, recorrerla con la mirada y atreverte a verla. 

Y digo infiel así en cursiva porque no hace falta meterse en la cama de nadie para engañar. Lo que hace falta es meterse en su corazón y traicionarlo. 

Hace tiempo, un amigo mío me pasó un post en el que un 'chaval' (y digo chaval por su juventud, pero ole qué chaval) escribía sobre lo difícil que es tener una relación hoy en día y lo decepcionante que es intentarlo. Y sí, es decepcionante. 

Es decepcionante querer a alguien que finge que le importas, no sólo porque decepcione pensar que puedes no importarle, sino porque de algún modo has llegado a compartir una parte de tu viaje de la vida con alguien sin pasión ni ambición. Alguien que se conforma con lo que está en la superficie y no quiere ir más allá, porque si fuera un poco más, quizá te descubriría. Pero no; estamos demasiado ocupados, demasiado enredados para mirar a otro ser humano a los ojos y arriesgarnos a enamorarnos.

Es decepcionante escuchar promesas que sabes que no van a cumplirse, pero aun así intentar creértelas. Porque le quieres, porque lo quieres y porque parece ser que no te quieres, porque sino habrías dejado de escuchar hace tiempo.

Es decepcionante y desconcertante tener que 'medirte' para hablar con esa persona a la que conoces y te gusta, aunque no tanto como tener que medirte para hablar a esa persona a la que amas. ¿Cuándo empezaron las palabras a hacer temblar las relaciones? ¿Dónde está la confianza que te hace saber que esa persona jamás diría algo para herirte? Pero sobre todo, lo decepcionante es no poder ser natural, porque aquí, señorxs, parece ser que hemos venido a juZgar.

Es decepcionante, y para mí más que ninguna otra cosa, la mentira. Porque no hay mayor muestra de falta de confianza y complicidad en una pareja que mentir. Pero hoy parece que está a la orden del día y que nadie está a salvo. Crees que tienes una relación con esa persona y, de un día para otro, te das cuenta de que no le conoces. De que aquello que aunque no veías, pensabas que existía, en realidad sólo existe en tu mente, en esa en la que te atreves a creer que aun hay gente que sabe lo que significa amar.

Y después de toda esta reflexión, que me ha acompañado durante mucho tiempo y que me replanteo cada vez que me sorprendo con gente que parece que conocía, pero en realidad no, voy a poner el toque #laurella y decir que sí. Que sí queda gente que sabe amar. Poca, pero quedan.

Quedan personas capaces de confiar en ti, en ellos y en vosotros una y otra vez.

Capaces de hacerte sonreír y de no poder parar de reír con cada una de tus tonterías.

Gente que entiende el valor de la confianza, que la cuida y la respeta.

Gente que es tu cómplice desde la primera mirada; que cuando os ven en la misma sala y aunque no estéis juntos, nadie duda de que SOIS.

Gente que ESTÁ. Gente que AMA. Gente que hace que la vida sea más feliz, porque al final todo va de eso: de hacer feliz a la persona a la que amas. 

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