Soñar sólo es para valientes
El
tiempo no se compra en el súper; no lo venden en ningún sitio. El
tiempo te lo dan cuando naces y es como un helado: llega un momento
en que se acaba. A caso entonces cogerías un helado de fresa si
odias la fresa? O uno de vainilla si también hay chocolate y
prefieres el chocolate? No, verdad? Por qué cuando el símil es un
helado nos parece tan obvio pero cuando hablamos de la vida siempre
es ‘más complicado’?
Si
estás haciendo algo que no te gusta: PARA. ‘Parar’… solución
simple pero no fácil. Lo primero que nos pasa por la cabeza cuando
oímos algo así, es una excusa: claro, es que eso es muy fácil
decirlo PERO… (y aquí elige excusa al gusto, porque hay para
todos). El caso es, que yo solo he dicho ‘para’, yo no he dicho
‘para, que es fácil’.
Yo
hago cosas que no me gustan en mi vida, claro que si, como todos,
pero intento que ocupen la menor parte de mi tiempo. Soñar es
difícil? Sí. Soñar no es de ilusos, soñar es de valientes;
porque cuando alguien cree en su sueño y lo persigue, lo primero que
experimenta es un subidón, el subidón de haber tomado la decisión,
de ‘apechugar’… Pero eso es sólo el principio. Después de eso
vienen dolores de cabeza, noches sin dormir, miedo, ganas de volver a
lo seguro, dudas… y esa es la primera vez que tu sueño te muestra
su magia… o su realidad? Tener un sueño y perseguirlo significa
muchas veces (e irónicamente) no dormir.
Y
es que no, claro que ‘parar’ no es fácil, pero porque es mucho
más sencillo llegar a casa cansado de trabajar y tirarse en el
sillón que salir a correr, tomar clases de idiomas, sentarse en
frente del ordenador o del cuaderno a delinear nuestro proyecto...
Pero la cosa no acaba ahí, porque luego vienen los ‘dementores’;
esas personas que no han vivido su sueño y que se empeñan en
hacerte ver que el tuyo es ridículo, imposible o insensato, las
personas que te dirán que ‘ya tienes edad de casarte y ponerte a
trabajar’ (porque, aparentemente, ‘trabajar’ está definido en
el diccionario como: pasar mínimo 8 horas sentado en una silla ajena
ocupándote de cosas ajenas que alguien que no eres tú mismo ha
creado). Y eso es ser sensato…
DEMENTORS!
Pero
lo bueno es que hasta los dementores están ahí para ayudarnos. Sí:
para ayudarnos. Son las personas que te cuestionarán más duramente,
que te pondrán en duda, que desarmarán tu proyecto, que te van a
enseñar sus puntos débiles; son los que te harán saber dónde ir a
poner hormigón armado en tu estructura porque hay un hueco… Así
que úsalos, úsalos.
Escuchar la verdad es siempre difícil, así que cuando sus comentarios te dejen de doler, sabrás que lo has hecho. Sabrás que has luchado contra todo, que has dado tu alma, tu corazón, tu sudor y tus horas de ‘sueño’ para crear algo tuyo, algo en lo que tú crees y algo que amas.
Yo
no quiero ser sensata, ni conformista, ni ilusa; no quiero llevar la
vida que se supone que debo llevar ni pasarme 8 horas (ni una!)
encerrada entre cuatro paredes si no tengo pasión dentro de ellas,
si no pongo mi corazón y mi alma; no quiero ser adulta si adulta
implica ‘sin sueños, sin pasión y por inercia’, ¿qué hay de
malo en ser niño? Los niños no conocen la maldad (a menos que
se la enseñen), no distinguen sueño de realidad porque ‘si pueden
soñarlo, pueden hacerlo’, ¿quién no ha intentado volar? De
verdad, levantadme la mano! Con 8 años me tiré una tarde delante de
la puerta de mi casa (y era alta; yo no, la puerta) con una capa de
color azul celeste (era del disfraz de Cenicienta) haciendo el mismo
gesto que había hecho por la noche en mis sueños e intentando
incansablemente despegar del suelo. ¿Despegué? Obviamente no; ¿me
rendí? Obviamente… TAMPOCO. Y ¿por qué?,
Esa determinación, ese corazón, ese arroje y esa sonrisa que tenemos cuando somos pequeños… ¿por qué se pierde? ¿Por qué lo dejamos ir? ¿Quién se despertó un día y decidió que había que ser ‘adulto’? Menudo coñazo de persona y menuda idea TAN MALA. ¿O es que a caso los adultos son felices? Probablemente sí, los que también son niños.
Y aquí os dejo al link a este mismo artículo, que publiqué por primera vez en aire
¿por qué cuando somos niños no nos rendimos por nuestros sueños? Porque nadie nos ha dicho que es imposible o incluso porque si han tratado de hacerlo, hemos pensado que ese ‘mayor’ no tenía ni idea de nada.
Esa determinación, ese corazón, ese arroje y esa sonrisa que tenemos cuando somos pequeños… ¿por qué se pierde? ¿Por qué lo dejamos ir? ¿Quién se despertó un día y decidió que había que ser ‘adulto’? Menudo coñazo de persona y menuda idea TAN MALA. ¿O es que a caso los adultos son felices? Probablemente sí, los que también son niños.
Y aquí os dejo al link a este mismo artículo, que publiqué por primera vez en aire
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